Jupiter and Okwess, aclamado artista del Congo regresa a nuestro país, esta vez al Teatro Santander el sábado 7 de marzo, luego de haber sido una revelación en la edición de 2018 de Rock al Parque y tras ser participe del prestigioso festival de Jazz de Nueva Orleans.
Jupiter and Okwess tiene una larga lista de reconocimientos a nivel mundial, incluida la mención de Barack Obama de su canción Ekombe dentro de su lista de canciones favoritas del 2018. Ese año fue para ellos particularmente especial pues, además de hacer una gira mundial que incluso los trajo por primera vez a Colombia, también significó abrirle un concierto a Gorillaz en México, una banda insignia contemporánea. Incluso el líder de la agrupación con personajes animados, Damon Albarn, fue músico invitado en los teclados de un álbum de los africanos, Kin Sonic.
Okwess significa comida en el idioma Kibunda, lenguaje que se escucha en sus canciones como alusión a su país natal, mientras se suma al punk berlines, puesto que Jupiter Bokondji -nombre real del líder de la banda- vivió desde niño en Alemania gracias al puesto diplomático que tenían sus padres.
Jupiter Bokondji (1965) nació en Kinshasa. Su abuela era una curandera tradicional y de niño lo llevaba a ceremonias y funerales, donde le enseñó “los ritmos y melodías del gran bosque”, como él les dice. Su padre era un diplomático congoleño y fue enviado a la embajada en Berlín del este junto con su familia en la década del setenta.
Conocidos como los rebeldes, las letras de sus canciones buscan dejar un mensaje político o social incluyendo críticas al sistema de gobierno de su país.
La banda se dedicó a recorrer su continente y mostrar que la música tradicional podía ser transformada sin perder su significado y fue tan grande su éxito que empezaron a ser reconocidos internacionalmente.
Los medios colombianos destacaron la presentación de Jupiter and Okwess en Rock al Parque resaltando que los artistas pusieron a bailar al público y dieron una presentación inesperada al no conocer la magnitud de su puesta en escena: voces impecables y fuertes, guitarras sacadas del sonido under del rock europeo de los ochenta, un baterista con una máscara de luchador mexicano que además de “romper” la batería, proyecta una increíble voz y un Jupiter, que con sus casi 2 metros de estatura, se impone en la tarima a través de su misteriosa y profunda forma de cantar.
